1.3.09

Cicatriz

Por: Jason Maldonado
Conductor del programa "Librería Sónica" de RCR

Para los amantes de las lecturas tipo best sellers esta es una buena alternativa. Con un lenguaje descarnado, sin ambages, Juan Carlos Sosa Azpúrua nos trae su primera novela: Cicatriz.

Las tramas y las trampas políticas, el tema de espionaje visto desde sus entrañas, intrigas empresariales, meretrices de alto rango, asesinos, corrupción y mucho más, confluyen en este trabajo que se pasea por lo más mísero del mundo moderno, el mismo que está en nuestras narices y no lo vemos. Aquí se dan cita mujeres despampanantes y hombres que rayan en lo adónico, que terminan padeciendo la inevitable adicción que produce el poder.

Esta cita da en términos generales una panorámica de la novela: “En algún momento de nuestras vidas, alguien o algo nos produjo un sufrimiento insoportable, un dolor que nos marcó para siempre…Descubre la cicatriz de una persona y hallarás la clave de su vida, un tesoro, encontrarás algo que te dará poder, posibilidad de penetrar lo más auténtico y arraigado de su ser. Haciéndolo, podrás manipular a tu antojo, para bien o para mal, eso lo escoges tú”.

Cicatriz es una novela que en muchas ocasiones y sobre todo en cuanto al tema político nos lleva a pensar en el viejo adagio que dice “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”. El efecto mariposa es llevado a su máxima expresión en el entramado del texto. Situaciones que se vivieron en un pasado remoto terminan repercutiendo en un presente que avasalla en las vidas de Charles y Anne Lowell, Sergei, Miranda, Delfina y todos los personajes que forman parte de las historias aquí narradas: “A veces la muerte en Pekín de un diplomático alemán genera como consecuencia la explosión de un tren en Argentina, dos eventos totalmente diferentes, a los ojos del mundo inconexos, y resulta que están totalmente conectados por razones que solamente conocen tres o cuatro personas en el planeta.”

Hacia el final de la novela, la misma pasa de lo más sórdido a lo más espiritual situando a uno de los personajes principales en el Tibet, lugar en donde vive una transformación total en cuerpo y alma, digna de admiración, más bien propia de un ser de otro mundo. Sin embargo, como en una especie de recuento macabro, éste va recordando su vida hasta llegar a una carta malévola que le aclara la verdad que tanto buscaba, reiterando con ello que “el poder no tiene alma que censure ni corazón que sienta”. Tal como señalé al principio, con un lenguaje desprovisto de discreción en el acto narrativo como elemento de enganche a la lectura, con una jerga venezolana y particularmente muy caraqueña, Juan Carlos Sosa Azpúrua debuta con su primera novela, en donde al final, sólo el propio escritor se salva.

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