16.7.11

EL AÑO QUE TRAFIQUE CON MUJERES

Antonio Salas reaparece con una nueva obra no menos impactante, sobre el sórdido y despiadado mundo de la prostitución femenina.

Tras el enorme éxito de Diario de un skin, Antonio Salas se infiltra esta vez en un submundo desconocido para la mayoría de los ciudadanos, el de las redes de prostitución internacionales. Un auténtico mercado del sexo en el que se comercia con mujeres indefensas que llegan engañadas a España. Con un ritmo trepidante, desmenuza estas redes: cómo funcionan, cuánto dinero mueven, dónde están. Salas, infiltrado como comprador, se juega la vida para desvelar los pormenores de estas siniestras mafias.

En El año que trafiqué con mujeres, Salas cuenta con todo tipo de datos, nombres y situaciones los interminables meses que pasó recorriendo todos los estratos del oficio más antiguo del mundo en España: desde las desvalidas prostitutas callejeras a las famosas televisivas que la ejercen en círculos cerrados de lujo, pasando por las jóvenes universitarias necesitadas de caprichos o las desvalidas inmigrantes que no tienen dónde acudir. Haciéndose pasar por un pujante propietario de una red de prostíbulos repartidos por toda la geografía nacional, el periodista llegó a negociar, incluso, la compra de una joven rumana de 19 años con su proxeneta y la de media docena de niñas mexicanas, vírgenes de 13 años.

Durante una investigación para otro reportaje, Salas se quedó profundamente marcado al contemplar en directo, en la Casa de Campo de Madrid, el sufrimiento de una joven de 16 años que ejercía allí la prostitución. «Siento vértigo, asco, impotencia, rabia, frustración. A medida que profundizaba en las mafias, toda mi personalidad se vio afectada hasta convertirme en un individuo resentido y furioso. Estúpido de mí, en ese momento no podía ni imaginar que menos de un año después iba a negociar con ellos la compra de niñas indígenas de 13 años para subastar su virginidad en mis supuestos prostíbulos españoles», reconoce el autor, en la portadilla del libro.

Si en su anterior obra, el periodista se jugó literalmente la vida -un policía le avisó de la trampa montada por los skins para matarle - para desvelar por primera vez desde dentro cómo es el mundo de los jóvenes ultras radicales; en esta ocasión se metió hasta la cocina de este nauseabundo mundo de traficantes de carne humana. El resultado es un impresionante reportaje de 448 páginas.