17.7.11

MILLENNIUM, STIEG Y YO

Aquí está la historia detrás de la historia; casi tan impactante como las propias novelas de Larsson. La obra de Eva Gabrielsson, ofrece detalles específicos acerca de sus discrepancias con el hermano (Joakim) y padre (Erland) de Larsson, con quienes el autor no se hablaba pero que han acabado heredando las decenas de millones de euros que han generado los exitosos libros.

Stieg Larsson, ue percibía unos modestos ingresos como redactor jefe de la revista Expo, dedicada a investigar movimientos de intolerancia organizada, llevaba 32 años unido afectivamente a una mujer, Eva Gabrielsson, con quien no había llegado a casarse, entre otras razones, para preservarla de las amenazas que recibía a causa de su trabajo.

Eva, que compartió la vida y las penurias del autor, manteniéndose a su lado hasta el día de su muerte, se vio de repente sola y sin derecho, por carecer de vínculo conyugal, a percibir un solo céntimo de los jugosos beneficios generados por los libros a cuya gestación había asistido desde el principio. La situación no sólo produce asombro, sino que resulta paradójica, habida cuenta de la declarada militancia de Larsson a favor de los derechos de las mujeres.

La obra, que arroja algunas luces en la complicada vida del escritor –prematuramente fallecido, aún desconociendo la gloria que le reservaba el futuro– cuenta además los enfrentamientos de la viuda por los derechos generados por la trilogía.

La familia de Larsson, fallecido de un infarto en 2004, recién cumplidos los 50, advirtió que si se publicaba este libro jamás daría su autorización para que el manuscrito con el IV Millenium, del que el autor dejó escritas 320 páginas, vea la luz.

Lo que sí está claro es que Eva ha decidido seguir adelante con su proyecto y ha elegido Francia para editar las memorias, en las que relata también el trabajo como periodista de Larsson contra el fascismo desde ‘Expo’, la revista que él fundó y a la que quería legar todos los beneficios del ‘IV Millenium’.

Gabrielsson ha señalado siempre que su compañero consideraba los manuscritos de sus libros como el plan de pensiones de ambos.