Uno de los trasfondos del libro es la credibilidad de la fe. Joseph Ratzinger-Benedicto XVI quiere mostrar que Jesús no es un mito, sino una presencia real en la historia; quiere confirmar al lector en la profunda unidad que existe entre el Jesús de la historia y el Cristo Hijo de Dios de la fe. Para entender la importancia de este esfuerzo, conviene recordar que algunas tendencias de la exégesis bíblica han separado estos dos aspectos. Según las interpretaciones más radicales, lo que sabemos hoy de Cristo sería solo fruto de la fe de los discípulos, no de indicios históricos. Esos planteamientos surgieron hace dos siglos en ámbito protestante, pero han impregnado también la exégesis católica.
El Papa no hace una crítica global de los estudios que siguen este método histórico-crítico. Subraya sus virtudes y defectos, y pide a los estudiosos que no "censuren" los aspectos teológicos. En el fondo, desea defender la "fe de los sencillos" y liberar el texto evangélico de la prisión en la que a veces lo encierran algunos "superespecialistas" cuando centran su atención en un aspecto aislado y olvidan la visión de conjunto, o cuando ofrecen fotografías del "verdadero" Jesús que son más bien retratos de los propios autores y de sus ideales. Es sintomático, en este sentido, la referencia que hace al "Breve relato sobre el Anticristo", de Vladimir Soloviev, de la que se deduce que la interpretación sesgada de
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