¿Cuáles eran los pensamientos del líder e icono africano Nelson Mandela cuando llegaba el final de día durante los 27 años que estuvo recluido en prisión? Por primera vez en la historia, la Fundación Nelson Mandela descubre toda una vida escrita: cuadernos de notas, borradores de cartas a jefes de Estado, calendarios, diarios y manuscritos en prisión, así como todo tipo de reflexiones a lo largo de sus últimos 50 años de vida. Textos de un valor incalculable, un legado sin precedentes. El primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente continúa inspirando a generaciones pasadas, presentes y futuras. El hombre detrás de la autobiografía.
El prólogo está escrito por el actual presidente de EE. UU. Barack Obama.
El Premio Nobel de la Paz 1993 reflexiona además sobre la corrupción, el poder, los momentos trágicos de su vida, como la muerte de su hijo Thembi, según hoy anticipó la prensa local.
La idea de la Fundación Mandela, a cargo de la publicación, fue la de presentar al mundo una imagen más real y completa de un hombre convertido en ícono global.
“Uno de los problemas que más me preocupaba cuando estaba en la cárcel era la falsa imagen que sin querer había proyectado en el mundo. Se me consideraba como un santo”, escribió. “Nunca lo fui, incluso si se refiere a la definición según la cual un santo es un pecador que trata de mejorarse”, agregó.
La obra recuerda al hombre que se convirtió en "un símbolo de la lucha por la justicia, la igualdad y la dignidad", como le describe el presidente de los EEUU, Barak Obama, en el prólogo. Aunque este libro va más allá de esa trayectoria política de Mandela que ya se conoce, de su lucha contra el 'apartheid' desde la cárcel, de su liberación y de su llegada a la presidencia del país. Son sus cartas, sus pensamientos plasmados en sus diarios, sus entrevistas más cercanas, sus palabras más íntimas las que ofrecen la vida del gran político analizada desde su interior, ofreciendo al lector su visión personal de la historia.
No sólo se conocen las opiniones de Mandela sobre el aborto, la pena de muerte o el patriotismo, por poner un ejemplo, sino que además se revelan su sentido del deber, su sentido de la justicia, su sentimiento de culpa o remordimientos en determinados momentos de su vida. A través de sus palabras el lector puede sufrir la gran carga que supuso para el hombre alejarse de su familia, al principio de su madre y después de su mujer y sus hijos, para luchar por sus ideales.
"A menudo me he preguntado si está justificado que alguien desatienda a su propia familia para luchar con el fin de que otros tengan oportunidades. ¿Puede haber algo más importante que cuidar a tu madre, que se acerca a los 60 años, construirle la casa de sus sueños, alimentarla bien, darle buena ropa y todo el amor que uno tiene?", escribía el propio Mandela encerrado en prisión. Aunque él mismo se consolaba sabiendo que su madre le animó hasta el final de sus días a "mantener sus creencias y a luchar por ellas".
Una lucha que tuvo un alto coste personal para el líder africano. Los 27 años que permaneció encarcelado perdió a su madre y a su hijo mayor sin poder asistir a sus funerales, a pesar de las cartas que escribió para solicitar esta última despedida. Cómo se enfrentó Mandela a estas grandes ausencias en su vida es una de las partes de la obra que más exponen al hombre, al hijo y al padre de familia que fue, al marido ausente... un Mandela que sufre impotente y que frente al dolor llega a confesarle a Winnie Mandela en una carta en 1969, entonces su esposa: "Nunca antes te he echado tanto de menos como en este momento".
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