Imagina un doble tuyo de tamaño microscópico que hiciera realidad tus deseos más inconfesables. La única novela capaz de hacerte ver el mundo desde perspectivas asombrosas.
Juan José Millás vuelve con Lo que sé de los hombrecillos, un relato en el que la historia cede paso a la parábola, un ejemplo de verosimilitud exprimida, de realidad de mentira, una historia que nace cotidiana pero que poco a poco se vuelve transparente. El autor sitúa la acción en un terreno casi onírico donde la realidad se inserta en lo irreal, los sueños se vuelven tangibles y la noche se llena de características diurnas. La realidad es la historia de un narrador, profesor universitario, jubilado y aburrido, que arrastra un tercer matrimonio insípido con otra profesora, y el plano fantástico, irreal, lo componen los diminutos hombrecillos que surgen de cualquier rincón y que entablan una relación secreta con el narrador.
Lo que sé de los hombrecillos nos habla de ese profesor universitario, hastiado de su vida, que entretiene sus ocios con artículos que hacen balance de la economía. Un día descubre que está rodeado de hombrecillos: criaturas minúsculas con sombrero de ala ancha que viven en el cajón de la mesilla. La relación que establece a partir de ese momento con las criaturas será de corrupción. Vuelve a fumar después de años sin encenderse un cigarrillo. Nunca ha bebido, pero los hombrecillos le recomiendan que ahogue sus penas y desaliento en un vaso de vino de vez en cuando. Los sueños se vuelven realidad y el tipo aburrido comienza una aventura que no irá más allá de su propia casa.
Un relato por el que la ironía y el sarcasmo se pasean sin ánimo de provocar la carcajada, según el propio autor, pero en el que el lector se sentirá cómplice de este viaje imaginario, en el que el sexo, el vino y el tabaco (como hemos mencionado más arriba), son otros de los protagonistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario