
Con un estilo trepidante Mauricio Vargas va entrelazando las voces narrativas de la tercera persona, escribiendo así una novela sobre Sucre y en ella, enseña varias lecciones que caen muy bien en un mundo tan confundido como el nuestro.
La vida de Sucre fue una tragedia en el sentido clásico del término, y eso se siente desde la primera línea de esta novela conmovedora. En eso consiste la tragedia: en la certeza que cargan los espectadores, del destino contrariado del héroe. No se me ocurre una prueba más difícil para un novelista, y Mauricio Vargas la superó con maestría.
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